Francia 72-España 66
España tropieza con la misma piedra
Como en el Eurobasket de Polonia, el equipo de Scariolo comienza el Mundial con derrota y una pobre imagen.
La primera, en la frente. Expresión muy descriptiva de lo que ocurrió ayer en el Halkapinar Arena, en adelante otro escenario que engrosará la historia menos atractiva de la selección española. Desde luego, lo visto sobre el parqué se alejó diametralmente de lo esperado. Pasó Francia de verse desbordada a cimentar la esperanza en sus arrestos. Y en los graves errores del oponente, que los tuvo a paladas.
Se decidió Scariolo por alinear el cinco por el que la lógica se decanta. Amarró a los franceses dejándoles sin anotar más de cuatro minutos, aunque ello incluía el peaje de ver a Marc Gasol y Reyes con dos faltas por barba en el minuto seis. Bien por inercia o por destellos puntuales, España llevaba el partido a su territorio. 9-18 para rematar el primer acto y casi sin despeinarse. Perfecto. Un panorama idílico que dejaba a Scariolo jugar a Salomón repartiendo minutos entre sus confiados pupilos. Craso error. No funcionan así las cosas. Con Gasol testimonial y Ricky Rubio en el banco, Francia reaccionó. A la chita callando se vino arriba.
Los números cambiaron y los que presentó España como sus credenciales del primer cuarto los rebatió el conjunto galo utilizando el papel de calco. En la primera mitad de su estreno mundialista, los campeones mostraron su bipolaridad.
Todo el segundo tiempo fue prescindible. Doblar la rodilla ante un contrario que pierde veinte posesiones es complejo de asumir. El partido se había enquistado al punto de avanzar hacia un desenlace canalla, un esprint en el que todo vale. Por el camino, Rubio se llevó un recuerdo del estilo de Pietrus, al golpearle en un bloqueo con un paso innecesario que le provocó un latigazo en las cervicales.
Quince tiros libres fallados, estando así las cosas, son una inmolación. Para colmo de males, los estandartes de Francia acabaron de dar el paso al frente. Gelabale primero y Batum después. Y todos bajo el mando en plaza de Albicy, el base de menor estatura del Mundial. Unos que no le daban ni al arco de un puente y otros tocados por la facilidad. Así llegó el previsible desenlace, con España repitiendo el pésimo arranque del Eurobasket de Polonia, de tan dulce final.
Autor J. M. Cortizas
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